El sábado estuve en el Mutua.
Primera vez en un torneo profesional.
Final de chicas: nº1 contra nº2.
Swiatek vs Sabalenka.
No te voy a contar el partido. Era para no perdérselo.
Finalaza de 3 horas resuelta en el deuce del tercer set.
La WTA necesita que el duelo Aryna e Iga sea una final habitual.
Dos carácteres y dos estilos de juego distintos.
…
Gracias a la tele, el futbol en casa se escucha, se ve y se siente mejor.
Me ha gustado cuando he ido Mestalla, pero la sensación es que en casa me gusta más.
Apreciación personal que no quita para, de vez en cuando, ir al campo.
En el tenis no fue así.
Ver tenis en directo es mucho mejor que por pantalla.
En directo se perciben mucho mejor esos pequeños detalles técnicos como la velocidad de la bola, el gesto de los golpes o la velocidad de piernas de las jugadoras.
Si además tienes buen sitio, creo que es insuperable.
(Recomendación: ponerse detrás de las jugadoras.)
Lo sobrecogedor es el silencio en los saques.
De repente, el volumen baja poco a poco hasta cero como si lo estuviese manejando un técnico de sonido.
Es una bajada suave y rápida en la que pasas de la algarabía a un silencio zen.
No se oye nada, excepto algún pájaro, una tos pérdida y algún coche en una autovía cercana.
Se puede escuchar el silencio.
Un silencio raro y mágico.
Las jugadoras botan la pelota, piensan, se concentran e inician el saque.
Son unos microsegundos en los que sientes que escuchas sus pensamientos.
Sientes la tensión y la concentración de cada una.
Son unos pocos segundos zen que pueden competir con la mejor de las meditaciones.
Incluso a una Iga hermética, incluso a ella, en esos segundos zen, sentías que escuchabas lo que pasaba debajo de esa gorra hundida en la sien.